miércoles, 1 de octubre de 2008

1939 DÍAS IMBORRABLES...

Mi madre estaba llorosa,
yo con pena la miraba
como dos almas en una
y con pocas esperanzas.

Había muerto mi padre,
el timón de nuestra barca
y con ella a la deriva
íbamos con nuestra carga.

Pues ya no había regreso
al calor de aquellas brasas
solo que daban recuerdos
encima de la almohada.

Poco a poco fui creciendo
con las propias fantasías
de pequeña adolescente,
que el corazón encendía.

Quería soñar despierta
asomada a mi ventana,
mirando nacer la luna
saliendo trás la montaña.

Un cielo claro de estrellas
que tan bellas relucían
y por siempre brillarían,
en el alma todos ellas.

los aromas del naranjo
llegaban hasta mi cama,
despertando de mi sueño
en horas de madrugada.

Al naranjo me abrazaba
el azahar me envolvía
vibraban sus hojas verdes
quizás vibraba mi vida.

Que juventud más bonita,
y la llevo en mi recuerdo
fui feliz con pocas cosas,
construyendo lindos sueños




Escrita en 1970.  Marina.

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